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Dispara entrevista a Catia Faria

Dispara entrevista a Catia Faria

Reproduzco íntegra la entrevista que Karolina ZB e Iñaki Carrasco han realizado a Catia Faria para Dispara. Tuve el inmenso placer de conocerla el pasado domingo en Capital Animal. Pasar la tarde con ella y con otras activistas me ha centrado aún más en la lucha feminista y antiespecista. Es bien escuchar a quienes llevan tiempo en el camino. Es bien escuchar a quienes tienen tantísimo que enseñar.

Coincidiendo con su participación en el I Encuentro Capital Animal entrevistamos a la Profesora Catia Faria. Catia es autora de la primera tesis universitaria que aborda el tema de la intervención animalista en el medio natural. Esto origina una serie de conflictos entre el ámbito del ecologismo conservacionista, parte de la Ecología académica y los propios postulados del antiespecismo. Desde una óptica antiespecista prima la vida individual de los animales silvestres sobre la aparente conservación del ecosistema. Además de eso, otra de las cosas que hacen de Faria un personaje excepcional por su planteamiento es su relato de imbricación del feminismo y el antiespecismo. Hablamos con ella sobre este tema:

D. ¿Quién es Catia Faria?

C.F. Catia Faria es una portuguesa que estudió en Barcelona, doctora en Ética. Además de trabajar en el ámbito académico (centros de investigación en Portugal y Barcelona) hago activismo en la organización internacional “Ética Animal”, que se dedica a difundir el antiespecismo y las razones por las que hay considerar moralmente a los animales. No solo aquellos que están bajo la explotación humana, sino los que también viven en la naturaleza.

D. ¿Crees que el especismo es un lastre dentro de la lucha feminista?

C.F. Claramente. Pero no me gusta poner demasiadas responsabilidades en el movimiento feminista. El especismo es una opresión presente en todos los ámbitos de la sociedad. En el feminismo, como en cualquier otro movimiento reflejo de la sociedad en la que vivimos, existen actitudes especistas. No creo que (ese especismo) sea algo intencionado, sino más bien algo en lo que el feminismo no ha reflexionado lo suficiente. Hasta ahora las feministas se han dedicado sobre todo a reflexionar sobre en qué medida el género no puede ser un criterio a la hora de considerar los intereses de los diferentes individuos. Las formas más inclusivas del feminismo son aquellas que van más allá del género. No puede haber un feminismo blanco, occidental, transexclusivo… Se trata de una apertura a otras formas de discriminación que unen a personas con diferentes grados de opresión. Así que en el caso de la especie todas somos opresoras. Es una cuestión de tiempo y de difusión para que el feminismo lo reconozca. Un feminismo que sea consistente en su rechazo a la discriminación tiene que ser antiespecista.

D. ¿Y al revés? ¿Crees que el feminismo podría ser un lastre al antiespecismo?

C.F. Creo que es un diagnóstico equivocado. Si el movimiento antiespecista no incorpora el feminismo en sus principios y prácticas, tendrá como consecuencia que, aunque a corto plazo parezca favorable o más cómodo para el avance del antiespecismo, finalmente transmitirá que éste no es un movimiento consistente con el rechazo a la discriminación, y sobre todo una discriminación que pese a no estar superada sí está reconocida socialmente (a diferencia del especismo). Por otro lado, también conseguirán excluir a algunas personas -seguramente imprescindibles – porque lo considerarían un espacio no seguro. Lamentablemente al formar parte de una lucha por los más oprimidos creemos que ya lo estamos haciendo todo y algunos compañeros no ven necesario revisar otros privilegios como el machismo.

D. ¿Cómo tratarías de convencer a alguien próxima a la lucha feminista de la importancia de aproximarse al antiespecismo?

C.F. Hay tres razones fundamentales. En primer lugar, del mismo modo que las feministas han reconocido que discriminar en base del color de piel, orientación sexual, clase social… no está justificado, toda discriminación basada en la especie debe ser rechazada. Las feministas que han trabajado tanto este tema tienen ya un camino recorrido que les permite comprender por qué no está justificado.

En segundo lugar, el feminismo con toda sus diferencias, mejor dicho los feminismos, claramente lo que buscan es una sociedad más justa e igualitaria. Una sociedad sin desigualdades que en el caso del feminismo se identifica con una desigualdad causada en un sistema patriarcal que favorece a los hombres, blancos, heterosexuales de determinada procedencia, por encima de los demás sujetos que no lo son. Si pensamos en clave de igualdad está claro que una vez hayamos reconocido que la especie no es relevante a la hora de ver cómo se reparten los beneficios, veremos que los animales no humanos se encuentran en la peor situación. Incluso por debajo de los seres humanos que se encuentran en la peor de las situaciones. Claramente las mujeres se encuentran en peor situación que los hombres, pero por abajo incluso de ellas se encuentran los animales no humanos. Si luchamos por un mundo más justo realmente, es necesario que velemos porque su situación (de los animales) mejore.

En último lugar, debemos atender a que hay unos individuos que tienen unos privilegios que solo pueden mantener su posición de poder de manera que ese orden de oprimidos-opresores se siga reproduciendo. El valor de los oprimidos está totalmente subordinado al beneficio del opresor. Esta cosificación de los animales está íntimamente relacionada con la cosificación hacia las mujeres pues se trata de una lógica de dominación estructural. Pero más allá de eso, en el caso del especismo y del machismo, lo que se ha observado a lo largo del tiempo es que ambos son partes determinantes de la construcción de la masculinidad patriarcal. La violencia es parte identitaria de lo que significa ser hombre. No comer carne, simplemente está asociado a un comportamiento feminizado. Y a la vez se animalizan a las mujeres para el consumo erótico y por otra parte se erotizan a los animales para que se coman.

D. Hace poco asistimos a una conferencia que impartías en la UCM en la que fuiste crítica con el ecofeminismo. ¿Cuáles son los inconvenientes que encuentras en esta corriente?

C.F. Salvando todo el trabajo absolutamente determinante que ha hecho el ecofeminismo (o al menos una parte de él) al identificar esta lógica de dominación similar y la forma en cómo la construcción de esta masculinidad se ha producido y ha sido fuente de daños para animales no humanos y mujeres. Pero hay compromisos que el ecofeminismo asume que desde una postura antiespecista no se pueden asumir. Uno de ellos es que la respuesta a esta dominación es aliarse en la naturaleza, lo que hemos hecho ahora es intervenir de una forma que causa daño a los animales y al planeta. El criterio de consideración moral de la posición ecologista es que las entidades que merecen respeto no son los individuos en sí mismos sino los ecosistemas. Esto nos llevará a que cuando se da un conflicto de valores entre preservar un ecosistema o una especie, inevitablemente tendremos que dañar a animales a favor de la naturaleza (como por ejemplo en el caso de las cabras de Es Vedrà).

De lo que yo acuso al ecofeminismo y al ecologismo es su visión idílica de la naturaleza y los procesos naturales. Consideran que no existe sufrimiento animal o creen, por otro lado, que este no es relevante anteponiendo otros intereses. El antiespecismo defiende que precisamente lo que tenemos que hacer es priorizar los intereses de los seres sintientes.

Catia Faria

D. También te mostraste critica con la Ecología porque planteabas que era contraria al antiespecismo. ¿Puedes explicarnos por qué?

C.F. La ecología es una ciencia descriptiva y por ello nos acusan a los antiespecistas de no saber de ciencia. Sin embargo, los antiespecistas tenemos que estudiar muchísima ecología para conocer lo que sucede en la naturaleza. La diferencia es que decidimos actuar de distinta forma con esa información. Nuestras consideraciones morales son distintas. Se trata de una divergencia estrictamente moral. Reconocemos la ecología pero rechazamos sus prioridades. Debemos transitar de una biología conservacionista para conocer qué es mejor para los intereses de los animales y cómo debemos actuar conforme a ello. De todos modos, y frente a esta discusión conviene tener en cuenta las diferencias de concepto que existen entre Ecología, que es una ciencia que se dedica a estudiar la relación entre diferentes elementos en un ecosistema; ecologismo, como posición moral que defiende que determinados valores ambientales deben ser preservados; y Biología conservacionista, que trata de investigar cuáles son las mejores formas para que esos valores se conserven. Sin embargo, el antiespecismo representa otra posición moral diferente de la ecología. Antepone los intereses de los animales no humanos por encima de los valores ambientales.

D. ¿No crees que la solución puede ser resignificar la Ecología en un sentido antiespecista del mismo modo que se han resignificado otras disciplinas en un sentido feminista?

C.F. Apuesto porque la biología conservacionista debería orientarse hacia promover los intereses de los animales no humanos en lugar de primar una supuesta preservación de los intereses ambientales. Desde mi punto de vista ecologismo y antiespecismo son irreconciliables porque apuntan a dos concepciones morales distintas.

D. Apuestas por la decisión política de no ser madre en pro del activismo antiespecista. ¿Cómo explicas esto desde un punto de vista feminista?

Puesto que “lo personal es político” no hay ninguna cuestión que ocurra en la esfera privada que no tenga relevancia política. La maternidad – y cada vez en mayor medida – se considera como una decisión que se encuentra en la esfera personal e íntima de cada una, y solo por el simple hecho de tomar esa decisión está justificado. No sucede así, las cosas están más o menos justificadas dependiendo del impacto que estas decisiones provocan. Entonces, si yo soy activista y me dedico a trabajar para mejorar la situación en la que se encuentran los animales y decido ser madre, inevitablemente el tiempo y el dinero que podría ser empleado para velar por los derechos de los animales no humanos se desplazarán para invertirlos en crear un nuevo ser humano. Si nosotras realmente consideramos que ninguna decisión es estrictamente personal y somos conscientes de que la situación de los animales es catastrófica, ese desplazamiento de recursos no está justificado y será una actuación egoísta. Con esto no quiero decir que una mujer antiespecista y activista por el hecho de tomar esa decisión sea una persona egoísta pero su decisión en sí sí es egoísta porque atiende a su interés personal antes que al de todos los individuos que suponen los animales no humanos cuya única ayuda es la que nosotras mismas podemos proporcionarles, es una realidad.

D. Hablando del impacto que generan nuestras acciones. Desde el ámbito filosófico se acusa al veganismo de no tener ningún impacto real sobre la vida o la muerte de los demás animales. Se suele decir que se trata simplemente de una justificación personal para calmar conciencias. ¿Qué opinas al respecto?

C.F. Para empezar eso es falso. Cuando no comes un bistec es cierto que no salvas a un animal que ya ha sido asesinado, pero para medir el impacto nunca se puede hacer a corto plazo e individual. Tu decisión de no comer ni consumir animales se suman a los de otras personas y a lo largo del tiempo. No miramos hacia el pasado sino hacia el futuro. Y aunque hay evidencias y datos de que esto no es cierto, en el hipotético caso de que lo fuera, lo único que ocasionaría son más razones aún para hacer activismo y convertir a más personas veganas mediante la difusión y el pensamiento antiespecista para que el impacto sea real.

D. En la línea de lo “personal es político” defiendes que no podemos mantener relaciones erótico-afectivas con personas especistas. Explícanos eso mejor.

C.F. Si mantienes relaciones con una persona al fin y al cabo el mensaje que estás lanzando es de aprobación. Como feministas y antiespecistas no podemos aprobar acciones machistas ni especistas. Si te acuestas o comienzas una relación afectiva con una persona especista, estás siendo incoherente con tu lucha diaria. Eso sí, si vemos en una persona un margen de cambio, apostemos por ello, al fin y al cabo se trata de difundir el antiespecismo.

20 mayo 2016

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