El antiespecismo es anticapitalista
El capitalismo es incompatible con la liberación animal. Para poder argumentar esta afirmación se hace necesario comenzar aclarando el concepto de capitalismo. El capitalismo es un sistema económico y social en el que la acumulación de capital es el eje fundamental, sustentado en la propiedad privada de los medios de producción. Y el capital es un valor que se acrecienta, que se valoriza. Dicha acumulación no tiene límites, menos aún principios éticos. Y simplificando mucho, el sistema capitalista funciona de la siguiente manera: para que “x” pueda tener más y acrecentar ese beneficio debe arrebatárselo a otro/a.
El sistema capitalista es, por definición, un régimen que desprecia la vida porque la utiliza como medio para un fin: acumular, y por supuesto, la destruye si es preciso. Con él la vida está en permanente amenaza.
Es por esto que el capitalismo se vuelve paradigmático cuando hablamos de la explotación animal. De los animales se acumula el producto de su trabajo y se arrebatan sus vidas, convirtiendo su existencia en dinero en potencia que engrosa, sin límite, el bolsillo de los seres humanos.
Pero no analicemos el capitalismo solamente como un sistema económico, porque es mucho más que eso. La economía capitalista está impulsada por deseos y preferencias humanas. En esta línea, nuevamente, el capitalismo se vuelve “capitalismo por antonomasia” cuando hablamos de animales.
Podemos asegurar, sin miedo a equivocarnos, que este sistema potencia, impulsa y genera posiciones hedonistas. Nos anuncia constantemente y a todo color que la felicidad se puede comprar, no hay más que ver cualquier anuncio de Campofrío para entenderlo.
Y ¿a qué está haciendo referencia alguien cuando te dice “yo no podría vivir sin comer jamón”? Al placer que le produce comerlo. Evidentemente lo que se esconde detrás del descomunal consumo de productos de alimentación provenientes de animales es el deleite, el goce, no la satisfacción de ninguna necesidad vital.
Es imprescindible, por tanto, remarcar en este punto que los movimientos anticapitalistas incapaces de señalar la injusticia de la explotación, la muerte, el trabajo obligado, etc., de millones de animales, cuyo fin es la satisfacción hedónica, tan característica de las sociedades de consumo, se convierte, al menos, en un movimiento anticapitalista insuficiente e incongruente.
Además, hasta donde yo puedo reconocer la alimentación vegana o basada en alimentos de origen vegetal se sitúa más cerca de la compra de lo que produce el campesinado que de lo que produce McDonald’s, Campofrío o Nestlé. La reflexión sobre cuál de las dos opciones está más cerca del capitalismo la dejo al buen criterio de cada cual.
Sin embargo, en la actualidad nos encontramos con ejemplos que parecen señalar que el veganismo es factible en un sistema capitalista y especista.
Y es que, como cualquier movimiento social, si no dotamos al veganismo de carácter político, va a acabar degenerando en un estilo de vida estéril y totalmente asumible (e incluso deseable) por el sistema, y para éste, es un nuevo mercado poco explotado.
Por ello, desde las filas antiespecistas debemos posicionarnos claramente contra el sistema capitalista, y tomar conciencia de que luchar por la liberación animal implica también luchar contra un sistema que se basa en la existencia de la propiedad privada de los medios de producción, que impide la justa distribución de los recursos, que genera dependencia de las grandes corporaciones alimentarias, que se basa en la acumulación de capital y que hizo posible, entre otras cosas, que la producción de carne pasase a ser industrial, lo que originó la valoración monetaria de los animales, reduciéndolos a mercancía.
Que los demás animales puedan vivir de una manera más justa y digna, y lograr su liberación, pasa ineludiblemente por destruir este sistema, ya que bajo el capitalismo esto no será posible jamás. Nuestra apuesta debe ser anticapitalista. Sólo así el veganismo tendrá repercusiones de transformación radical y revolucionarias. En caso contrario, nos convertiremos en una opción más dentro de un mercado que es, en esencia y por definición, especista.
Beatriz García Serrano
Vegana Abolicionista
Madrid, 2018
N.B. Aquí tienes el enlace a las colaboraciones del blog.
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